Otro año más la Universidad de Cornell, INSEAD y otras entidades publican el informe GII (Global Innovation Index 2018) donde se ofrece un detallado estudio sobre el nivel de innovación del conjunto de los países que actúan en la economía mundial.
Se llega a este dato a partir del promedio de dos indicadores; los recursos invertidos en innovación y el de los resultados obtenidos gracias a la innovación.
La edición del 2018 ha pivotado completamente alrededor del tema de la energía y, la verdad, es que vale la pena sumergirse en el documento. Se puede descargar gratuitamente en el siguiente enlace,
Suiza se presenta una vez más como el país más innovador. Por octavo año consecutivo. Completan el podio, Países Bajos y Suecia, en ese orden. Reino Unido, Singapur, EE.UU, Finlandia, Dinamarca, Alemania e Irlanda componen el resto del «top ten»
Las 7 tendencias más relevantes que aporta el informe son las siguientes.
A pesar de que la inversión en innovación sigue siendo inferior al periodo de antes de la crisis, existen factores que conducen al optimismo. En 2016 el total de gasto en I+D se incrementó en un 3%, en parte por el papel de «nuevos» actores en este ámbito como China. Además las empresas también están invirtiendo más en I+D a nivel global.
Los países que se situan en las posiciones medias en lo que a riqueza se refiere también están apostando más fuerte por la I+D y en tendencia positiva.
El gigante asiático ha ido ascendiendo hasta la posición 17 este año desde el 2016 manteniéndose con una posición sólida en los 30 primeros. Es un ejemplo de cómo la innovación puede ayudar a un país a crecer aunque no tenga una riqueza desbordante.
Contrariamente a lo que podríamos pensar no existe una relación entre el tamaño y población de un país y la nota que alcanza en el índice. La diversidad dentro de la economía si que está correlacionada con una mejor posición en los rankings.