Los sistemas productivos han ido evolucionando al largo de los años. Actualmente, nos encontramos con la cuarta revolución industrial, una tendencia basada en la automatización industrial que integra tecnologías avanzadas para mejorar la eficiencia y la productividad en las fábricas. La industria 4.0 está cambiando la forma de operar en las empresas, pero no únicamente en los procesos productivos, sino que marcará cambios en todas las industrias e incluso en la sociedad. Esto es debido a que los procesos de innovación conllevan a un progreso social, generando valor y calidad en los clientes.
Este proceso de cambio tiene dos principales objetivos, por un lado, robotizar las fábricas y crear fábricas inteligentes y, por otro, fabricar «smart products», es decir, productos con conectividad e inteligencia.
El big data, el Internet de las Cosas (IoT) o el cloud computing, son conceptos que contribuyen a remodelar el funcionamiento de nuestros procesos de fabricación. Todas estas tecnologías se incluyen en el concepto “Industria 4.0”, el cual va más allá de la digitalización de recursos físicos y que sirve para denominar también la automatización de los procesos y la integración con otros sistemas.
El análisis de datos, el IoT y la arquitectura en la nube son también tecnologías fundamentales para la cuarta revolución industrial, ya que permiten aportar la eficiencia operativa que los productores necesitan para agilizar y optimizar los procesos de fabricación, así como las relaciones con los agentes externos.
Todas estas tecnologías digitales conllevan a una mejora en los procesos de producción, el mantenimiento predictivo, una mayor automatización y eficiencia, así como, una flexibilidad en la producción personalizada, adaptándose a las necesidades de los clientes en todo momento. También contribuye a una mejora en la seguridad y la sostenibilidad a través de tecnologías más eficientes.
La implementación de la industria 4.0 brindará numerosas ventajas para las empresas. No obstante, realizar este cambio en los procesos productivos, conlleva una reinvención y rediseño de los productos y procesos a un entorno digitalizado e interconectado, así como la incorporación de nuevos perfiles profesionales.
En definitiva, implantar la industria 4.0 implica una transformación profunda de los negocios, que busca aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia, la productividad y la competitividad.